Con 429 libras a los 43 años, la obesidad y el problema de la bebida de Tony Sander se habían convertido en un grave problema de salud. El residente de Lawrence, Kansas, recibió una gran llamada de atención después de que un accidente de coche, causado por su problema con la bebida, le dejara una rodilla destrozada.
Los médicos dijeron que no podían operarle: debido a su peso, corría demasiado riesgo para someterse a una cirugía reconstructiva. A Tony le dijeron: «Si no pierdes peso, podrías morir».
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Durante su carrera en la industria automovilística, Tony se dio cuenta de que había estado consumiendo cómodamente donuts, pizza y otros alimentos poco saludables en un intento de eliminar su estrés.
En 2017, Tony decidió hacer frente a su adicción a la comida y al alcohol y, a través de una dieta y un estricto programa de ejercicios, perdió unas sorprendentes 210 libras.
Ahora, Tony ve la comida como un combustible que lo lleva a través de sus mega entrenamientos. Tony le dijo a Truly: «La comida para mí era una fuente de alivio, era una forma de liberar cualquier estrés y todo lo demás que estaba pasando en mi vida».
¿Nuestra conclusión? «Perder peso es lo que hago, me encanta», dice Tony. «Ir al gimnasio son mis 90 minutos de solaz. Es mi tiempo. Es mi oficina».
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Para perder peso, Tony encontró una actividad que realmente disfrutaba y se mantuvo en las buenas y en las malas. Mucha gente cree que necesita una suscripción al gimnasio para perder peso de verdad, pero si odias ir al gimnasio, será mucho más difícil ser constante.
En lugar de eso, encuentra una actividad que te guste -correr, montar en bicicleta, artes marciales, escalada, yoga- y úsala como ancla. Un estudio de la revista científica PLOS One demostró que el aumento del disfrute del ejercicio se correlaciona con la adherencia al mismo: en otras palabras, las personas que disfrutan de la actividad elegida son propensas a hacerla más a menudo.
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