Pérdida de peso: Por qué las dietas NO funcionan si quieres perder peso

Las dietas son un gran negocio cuando se trata de perder peso. Basta con ver los miles de planes de dieta que llenan las estanterías de los libros, o las diferentes marcas de la mejor proteína en polvo para perder peso, para saber que todo el mundo quiere encontrar la clave para adelgazar rápidamente. Sin embargo, los estudios han demostrado que la mayoría de las dietas restringidas en calorías o extremas son en realidad malas para nosotros; en su lugar, deberíamos limitarnos a seguir principios saludables generales en lugar de pasar por ciclos de seis semanas de dietas y atracones.

Un estudio en particular, publicado por investigadores de la Universidad de Columbia y la Universidad de Drexel, analizó este fenómeno con más detalle. Tras analizar 25 estudios diferentes, descubrieron una tendencia común: Las personas que seguían dietas temporales eran más propensas a ganar peso en el futuro. Por otro lado, las personas que mostraban una «alimentación restringida» de forma regular tenían menos probabilidades de hacerlo.

Los autores del estudio dijeron: «Las personas que hacen dieta y las que se abstienen de comer no difieren en cuanto a la propensión subyacente al aumento de peso, pero la restricción de la alimentación representa un medio más eficaz para prevenirlo».

«Los individuos de peso normal que hacen dieta lo hacen porque se resisten a una poderosa predisposición hacia el aumento de peso que, en última instancia, la dieta no consigue evitar».

Los autores del estudio creen que hacer dieta para prevenir el aumento de peso es en realidad ineficaz a largo plazo, y que en lugar de seguir un plan de dieta insostenible, son más eficaces los hábitos regulares de «alimentación contenida». Estos hábitos podrían incluir el control de las porciones, cocinar comidas saludables, beber agua y limitar la ingesta de alimentos con alto contenido en sal y azúcar.

Si no está seguro de por dónde empezar a desarrollar un enfoque de «alimentación restringida», los cuatro consejos anteriores son un buen punto de partida. El control de las porciones ayuda a reconocer lo que constituye un plato saludable y le enseña a no atiborrarse a la hora de comer.

Una investigación de la Clínica Cleveland revela que a menudo comemos sin pensar raciones demasiado grandes para nosotros: en su lugar, deberíamos incorporar la práctica japonesa de alimentación consciente de Hara Hachi Bu y comer hasta que estemos un 80% llenos. Nuestra guía sobre el control de las porciones puede ayudarte aquí.

Cocinar comidas saludables con regularidad es otro hábito estupendo que hay que adquirir: aunque puede que todavía te des un capricho con una hamburguesa de vez en cuando, si navegas por la red encontrarás un montón de recetas sanas y saludables que puedes preparar en cuestión de minutos. Una advertencia: incluso las cosas sanas como las verduras pueden tener calorías añadidas al freírlas en mantequilla o aceite. En su lugar, prueba a utilizar nuestras mejores vaporeras o una de nuestras mejores listas de parrillas para preparar tu comida sin culpa.

Por último, se ha demostrado que beber agua ayuda a perder peso. Un estudio descubrió que beber agua antes de las comidas puede ayudar a reducir ligeramente el apetito, además de todos los beneficios que conlleva una buena hidratación. Todo, desde tus niveles de energía hasta el funcionamiento de tus órganos internos, cae en picado cuando estás deshidratado.

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