¿Te preguntas si tu dieta está a la altura? Desde la falta de deseo sexual hasta el agotamiento del cerebro, estas señales clave podrían significar que necesitas un cambio.
Nuestro cuerpo se parece mucho a un coche. Cuando el símbolo del aceite, de la batería o de la electrónica se enciende en el salpicadero, indica una posible avería en el vehículo que requiere tu atención.
De forma similar, tu cuerpo comunica constantemente sus necesidades, dando señales externas cuando las cosas necesitan ser arregladas desde dentro. Si escuchas lo que dice tu cuerpo y le das la alimentación adecuada, pronto lo tendrás funcionando como una máquina bien engrasada.
Tienes niebla cerebral
¿Te cuesta concentrarte o te sientes olvidadizo? Para que tu cerebro funcione en condiciones óptimas, necesita alimentarse con los nutrientes adecuados. Los estudios demuestran que casi el 60% del cerebro humano está formado por grasa, por lo que es lógico que una ingesta adecuada de ácidos grasos beneficie a este importante órgano.
Según un estudio publicado en el Journal of Biomedical Science, los ácidos grasos omega-3 son especialmente eficaces para proteger las células cerebrales y aumentar la memoria. Los pescados grasos, como el salmón, la trucha y las sardinas, son fuentes alimentarias ricas en ácidos grasos omega-3, y la OMS recomienda que la gente coma una o dos raciones de pescado azul a la semana (el NHS del Reino Unido recomienda al menos una).
Para aquellos que no cumplen o no pueden cumplir esta cuota, los suplementos pueden ayudar – vea nuestra guía sobre cómo seleccionar los mejores suplementos de aceite de pescado para aumentar su omega-3. Incluyen una opción apta para veganos, a los que también les puede interesar nuestra lista de fuentes veganas de omega-3.
Tienes antojos constantes de comida
El aumento de los antojos de comida puede ser a menudo un efecto secundario de las dietas restrictivas, según un estudio publicado en el International Journal of Eating Disorders, que investigó la relación entre la privación de alimentos y la ingesta posterior.
Cuando se privan de alimentos como el chocolate, los comedores restringidos experimentan un aumento de las ansias de comer y son más propensos a ingerir el alimento anhelado, lo que sugiere que la clave está en la moderación, más que en la privación.
También conviene comprobar el estado de hidratación. Una investigación de la revista Obesity reveló que beber agua antes de las comidas puede ayudar a reducir los antojos y el apetito, además de ayudar a perder peso. Así que ten a mano una botella de agua (quizás una de nuestras mejores botellas de agua para el gimnasio) y bebe sorbos regulares a lo largo del día.
Eres un desastre emocional
No te sorprenderá saber que lo que comemos tiene una gran influencia en nuestro estado de ánimo. Si notas que tu estado de ánimo fluctúa, prueba a aumentar tu consumo de verduras de hoja verde como las espinacas, la col rizada, la col o los berros.
Las verduras de hoja verde son una excelente fuente de la vitamina B folato, que se ha asociado sistemáticamente con cualidades antidepresivas. Un meta-análisis de estudios publicado en el Journal of Psychiatric Research descubrió que las personas con depresión tenían niveles más bajos de folato en la sangre y una menor ingesta de folato en la dieta en comparación con las personas sin depresión.
Las investigaciones también demuestran que no comer suficiente grasa aumenta el riesgo de depresión, irritabilidad e ira. En un estudio del British Journal of Nutrition, los investigadores descubrieron que cuando los participantes redujeron su consumo de grasa en la dieta del 41% de la energía total al 25%, esto tuvo un efecto adverso en su estado de ánimo, con un aumento significativo de la ira, la hostilidad, la tensión y la ansiedad.
Otro estudio a largo plazo, publicado en la revista PLoS One, evaluó a más de 12.000 personas durante un período de 10 años y descubrió que los hombres y las mujeres que seguían dietas bajas en grasas tenían un 26% y un 37% más de probabilidades de estar deprimidos al cabo de un año.
Pero a la hora de aumentar la ingesta de grasas en la dieta, hay que evitar las grasas trans (que suelen encontrarse en alimentos procesados como las pizzas congeladas, la margarina y los alimentos fritos). Una investigación de la Universidad de California en San Diego relaciona el consumo de grasas trans con un aumento de la agresividad y la irritabilidad.
Las grasas saturadas (productos cárnicos como los embutidos, la mantequilla, el queso, los pasteles y la bollería) también deben reducirse al mínimo: menos del 10% de la ingesta calórica diaria, según las últimas Guías Alimentarias para los estadounidenses. En su lugar, procure consumir una cantidad saludable de grasas saturadas, que se encuentran sobre todo en los aceites de pescado y plantas como el aguacate, las semillas de calabaza y sésamo, y los frutos secos, como las almendras, las avellanas y las nueces.
Tu cuerpo no se cura rápidamente
Cuando tu cuerpo construye nuevos tejidos para reemplazar los dañados, ciertos nutrientes son clave para maximizar la fuerza de los tejidos, impulsar el tiempo de recuperación y combatir cualquier posible infección. Uno de estos nutrientes son las proteínas.
En un estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania, los investigadores descubrieron que consumir más proteínas después de una lesión puede ayudar a acelerar la recuperación, lo cual es especialmente vital ya que, según un estudio publicado en el British Journal of Nursing, cuando se tiene un corte o una herida, se pierden proteínas por las secreciones.
Otro nutriente clave en el que hay que centrarse si el tiempo de recuperación es lento es el zinc, que es un componente de muchas enzimas necesarias para la curación de heridas, la reparación de tejidos y el crecimiento. El consumo regular de alimentos ricos en zinc, como el marisco, las semillas y los frutos secos, puede acelerar el tiempo de recuperación. De hecho, un estudio publicado en el Journal of Research in Medical Sciences demostró que la falta de zinc en la dieta puede retrasar la cicatrización de las heridas.
Has perdido la libido
Si te cuesta animarte en el dormitorio, tu dieta podría ser un factor determinante. Según un estudio de la revista International Journal of Eating Disorders, la desnutrición puede provocar una pérdida de libido y ansiedad sexual. Una dieta rica en nutrientes y alimentos integrales es la mejor manera de proporcionar a su cuerpo todo lo que necesita para una vida sexual saludable. En un estudio publicado en el Journal of Sexual Medicine, las mujeres que seguían una dieta mediterránea tenían la menor prevalencia de disfunción sexual.
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Las investigaciones también revelan que ciertos alimentos pueden ofrecer un efecto potenciador de la libido. La maca, una raíz dulce, se utiliza habitualmente en Sudamérica para aumentar la fertilidad. Varios estudios, entre ellos uno publicado en la revista Ethnopharmacology, indican que tras consumir maca, los participantes experimentan un mayor deseo sexual. Otros alimentos que contribuyen a aumentar el rendimiento son el ginseng rojo, el fenogreco, las ostras, el azafrán y los pistachos. En un estudio, los hombres que consumieron 100 g de pistachos al día durante tres semanas experimentaron un aumento de la función sexual, además de mejorar los niveles de lípidos en sangre.
Te cuesta perder peso
Puede ser muy frustrante que tu pérdida de peso se estanque, sobre todo si crees que estás siguiendo todas las pautas de la dieta y el ejercicio. Si te has estancado en la pérdida de peso a pesar de comer limpio y hacer ejercicio, las investigaciones sugieren que aumentar los niveles de bacterias buenas en tu intestino con probióticos podría ayudar.
En una revisión conjunta de estudios publicada en la revista Nutrition and Metabolism, los investigadores descubrieron que, en particular, las cepas de Lactobacillus y/o Bifidobacterium reducían la grasa abdominal y el peso corporal general, además de tener un efecto potenciador del metabolismo.