Cuando se empieza a hacer ejercicio, es tentador entusiasmarse y esforzarse al máximo todos los días para alcanzar los objetivos de fitness. Sin embargo, el ejercicio, como todo lo demás, necesita una pizca de moderación para no sucumbir a las lesiones. Suena contradictorio, pero se puede tener demasiado de algo bueno.
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Los días de descanso son una parte importante de todo programa de entrenamiento, desde los principiantes hasta los atletas de élite. Puedes saltártelos, pero no te servirá de nada: un estudio de 2018 publicado en la revista Frontier Physiology descubrió que los que hacían ejercicio todos los días no estaban más en forma, y perdían la misma cantidad de grasa corporal, que los que se tomaban días de descanso regulares.
Cuando haces ejercicio, tus fibras musculares en realidad sufren pequeñas «micro-roturas», que es lo que causa el dolor muscular. Cuando se reparan, se hacen más grandes y más fuertes, pero necesitan tiempo para hacerlo. Por eso son tan importantes los días de descanso: tu cuerpo necesita tiempo para recuperarse.
¿Cuánto deberías descansar? La información recopilada por los científicos de la Universidad de Nuevo México sugiere que, para los principiantes, uno o dos días de descanso entre las sesiones probablemente esté bien, especialmente si estás haciendo un tipo de ejercicio diferente.
Si eres un levantador más experimentado, puedes acortar esta cantidad de tiempo «dividiendo» tus entrenamientos en diferentes conjuntos de grupos musculares: por ejemplo, podrías ejercitarte tres días seguidos, y aún así dejar a tu cuerpo tiempo para reparar, haciendo la espalda y los bíceps un día, el pecho y los tríceps otro día, y el cardio en el tercer día. Sin embargo, los científicos siguen recomendando que se hagan días completos de descanso.
Si no puedes quedarte quieto, opta por la «recuperación activa». Esta es una forma de mantenerse activo durante el día de descanso haciendo algo poco estresante, como el yoga o la natación ligera.
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